Miguel Enríquez decía que los periodos de la lucha de clases se definen, ante todo, por las formas específicas que adoptan los antagonismos sociales (Análisis del periodo, 1972). En esto, abrazaba la concepción de Lenin sobre el análisis de la situación política: la correlación de fuerzas entre las clases-agentes de las tendencias históricas de la producción, no se expresa como lucha política de clases, como confrontación consciente, sino en determinados momentos, en se agudizan los antagonismos sociales que están en la base de la sociedad de clases (La bancarrota de la II Internacional, 1912). La atención de Lenin por los giros en la psicología social de las masas, por esos hechos cotidianos en que se concentran las contradicciones más profundas de cada momento histórico, explica el otro aspecto de su concepción: la importancia de la particularidad en cada momento o situación política (Cartas sobre tácticas, 1917). Se trata del carácter peculiar que adoptan los antagonismos sociales y la confrontación entre clases durante un periodo histórico (en que se sostiene o cambia una correlación de fuerzas estratégica, táctica, sectorial, ideológica, etc.). Enríquez probablemente, como buen lector de Poulantzas (Castillo, 1974), también atendía a una concepción de la coyuntura como punto de condensación o síntesis de las contradicciones de una formación social (Poder político…, 1969). Así, su noción del periodo aspira a unificar las tendencias objetivas (contradicciones y correlación de fuerza entre las clases) y subjetivas (peculiaridad del momento político y contenido de la confrontación social) de la lucha política de clases.